Hoy ha sido ese día que he estado apunto de abandonar el entrenamiento nocturno ni se cuantas veces.
Me he levantado a las 06:30 como todos los días, muy tocado de la acumulación de entrenes. El dolor de piernas y la fatiga eran importantes.
A medio día otra sesión de más de 50´ de fuerza máxima en el gimnasio. Brutal. Conforme iba pasando la tarde, me venían más dolores y un cansancio tremendo. La idea de no entrenar por la tarde me acosaba cada instante.
Al llegar a casa, sin ganas me calzo las zapatillas y salgo a hacer al menos un trozo de la sesión. Se ha convertido en una batalla, en una lucha interna por no abandonar, buscando razones que me hicieran acabar la exigente sesión. Enseguida ha aparecido Nueva York. Sé que si aguanto estas sesiones y aprendo a sufrir más, tendré más posibilidades de salir airoso.
Al final sesión de running con un primer bloque de calentamiento y cambios a ritmos rozando el anaeróbico. A continuación bloque de sprints y para terminar otro bloque a ritmo controlado rodando en aeróbico alto. Al final algo más de 17km. No creía que fuera capaz hoy de hacerlo y la satisfacción que me queda por ello es tremenda.
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