Memorias de Nueva York.

Cada día que pasa, las miras apuntan más al Ironman de New York. Ya en cada entrenamiento lo tengo presente, en cada zancada.

La verdad es que me ilusiona doblemente. Por un lado porque correr un Ironman es una experiencia indescriptible, una sensación que pocas cosas pueden ofrecer y es por lo que me sacrifico 365 días.

Por otro lado me motiva porque volveremos a la ciudad que tanto nos cautivó a Mar y a mí en el 2009, cuando nos prometimos que sin duda volveríamos. Lo que pasa es que decíamos que volveríamos a correr la maratón por excelencia que es la que se celebra en la gran manzana. Lo que no me podía imaginar es que volveríamos pero a correr un Ironman. La prueba de ultrafondo de un día por excelencia en la ciudad por excelencia. Y además esta vez con la pequeña Daniella.

Como me dijeron una vez, NY put a spell on you!

Continuando con la puesta a punto, ayer me levanté resfriado. La primera sesión fue de gimnasio y las pesas me pesaban como losas. Por la noche me quedé en casa porque estaba sin fuerzas. Me tomé una couldina y me fui a dormir. Esta mañana me he levantado un poco mejor pero aún me encontraba un poco flojo.

He salido a hacer la sesión de running y me ha resultado un auténtico disfrute. 1h50´ en ayunas, con un día precioso, con un brillo de sol precioso. Ritmo aeróbico medio, terreno irregular, corriendo por la playa en algunos tramos. Al final 22km que se me han hecho cortos.

Voy asimilando los entrenamientos y las piernas van encajando bien los km.